El lenguaraz: “Historial de las Peñas folklóricas bahienses”

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Década del ‘60: La iniciativa de nombres de Peñas con identidad sureña.

El ‘Movimiento folklórico nacional’ de mediados de siglo XX, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires y del que luego transmutara en un proceso centrífugo hacia todo el país, tuvo gran aporte de nativismo provinciano norteño, lo que contribuyó a que muchas de las Peñas folklóricas surgidas en aquella época fueran nombradas con términos regionales procedentes de esos lares.

Si bien ésta modalidad también repercutió en nuestro medio, hubo quienes consideraron hacer de nuestra identidad local una determinante que denote una impronta de lo sureño, siendo los inicios de los ’60, en pleno auge del movimiento folklórico, donde se manifiesta con mayor énfasis ésta iniciativa.

Detalles de ello es la que nos refiere el Prof. Jorge Gestoso, entrevistado en 2014: “Era común de que todas las Peñas, aun dependiendo de instituciones, tuvieran sus nombre […] Se había editado en esa época un diccionario mapuche, que el editor fue Esteban Erize con la ayuda de muchos escritores e investigadores de la lengua mapuche […]; como era un diccionario buscábamos palabras que tuvieran algo que ver con lo que nosotros hacíamos […] porque la mayoría de los nombres de las Peñas de Buenos Aires eran nombres del norte, de origen quichua o por ahí algo guaranítico, pero del sur no había Peñas que llevaran nombres de aquí”.

En relación a éste último, un precedente bahiense que hemos registrado y ubicado a principios de los ’50, y del que ya se ha publicado, fue el de la Peña Folklórica “Hué-Telén” (al parecer una conjunción mezcla del mapudungun hue – lugar y del Tehuelche septentrional tülüm – bosque).

Sin embargo, será a partir de la difusión del citado “Diccionario mapuche-español” de Esteban Erize, editado en 1960 por la Universidad Nacional del Sur con palabras del araucano, pehuenche, pampa, picunche, ranculche y huilliche la herramienta de donde se extraerán y combinarán vocablos que otorguen identidad y sentido de pertenencia con nuestra región. Así se originaron nombres como los de: “Purun Poyen” (amantes de la danza) del Club Universitario de Bahía Blanca; “Huinca Rechrü” (refugio criollo) del Círculo Oficiales de Mar de Bahía Blanca; “Ruca Huení” (casa joven) de Tornquist; “Ñi Renú” (nuestro toldo) de Médanos; “Huinca Malal” (fortín criollo) de Saldungaray; “Epú Cará” (dos pueblos) de Viedma, Río Negro.

Otras alternativas de nombres autóctonos serán aquellas vinculadas a la fauna y flora lugareña como el caso de la Escuela de Enseñanza Folklórica “El Caburé” de Algarrobo, quien toma de referente a una especie sudamericana de búho, de pequeño tamaño; o el del Centro de Estudios Folklóricos e Históricos “Caldén Rojo”, haciendo mención a un árbol típico de nuestra zona y de regiones templadas secas, espinoso y de madera dura. Por último, el de un accidente geográfico como lo es el de las Sierras de la Ventana, del que toma su nombre la Peña Folklórica “Sierra, Cielo y Tradición” de aquella localidad.

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